Identificación, biología y daños
Identificación
Es un micro-lepidóptero que daña los brotes tiernos de los cítricos. La hembra pone los huevos en hojas tiernas de entre 5 y 4.5 mm de longitud (Fig. 1).
La larva neonata es transparente, con la cabeza de mayor tamaño que el resto del cuerpo (Fig. 2). En los siguientes dos estadios, la larva es amarilla, con la cabeza de igual tamaño que el resto del cuerpo y con el tubo digestivo y los segmentos del cuerpo perceptibles (Fig. 3). Las larvas trazan una galería sinuosa y transparente al alimentarse, en cuyo interior se puede ver la larva y el rastro de excrementos que deja a su paso.
La precrisálida, tubular y blanquecina, tiene el aparato bucal trasformado en un pequeño tubo. La crisálida, de color marrón, se transforma y oscurece en el interior de la cámara pupal, que abandonará en forma adulta dejando tras de sí la exuvia enganchada al orificio de salida (Fig. 4).
El adulto de unos 3 mm de longitud presenta aspecto plateado (Fig. 5). Machos y hembras son muy similares. Los huevos son lenticulares de 0,3 mm de diámetro, transparentes al principio, y amarillentos cuando se aproxima la eclosión.
Síntomas y daños
Los daños los produce principalmente en hojas tiernas, y en menor grado en tallos y frutos. La cutícula de las hojas atacadas se rompe, provocando la pérdida de agua en las células, como consecuencia la hoja se enrolla, se seca y se rompe (Fig. 6). Las plantas atacadas disminuyen su capacidad fotosintética y la masa vegetal nueva. Los daños son importantes en plantas en formación, en viveros, plantaciones jóvenes o reinjertadas. Sin embargo, en plantas adultas no afecta a la producción, pues la brotación de primavera que contiene las flores no suele verse afectada.
Biología
La larva se alimenta de la hoja, en la zona entre el parénquima y la cutícula. Mientras avanza traza una galería sinuosa que les permite aprovechar la superficie foliar a medida que la hoja crece. Tras completar su desarrollo larvario muda a precrisálida y segrega hilos de seda con los que logra replegar sobre sí la hoja y formar la cámara pupal, allí pasa a crisálida y posteriormente a adulto, que emerge y emprende el vuelo.
Su fecundidad es elevada, (70 huevos/hembra a 25ºC), lo que unido a su velocidad de desarrollo (11 días a 32ºC), la convierten en una plaga de elevado potencial biótico.
El número de generaciones en nuestros cítricos varía entre 7 y 10, aunque puede alcanzar hasta 13 generaciones si las condiciones climáticas son las adecuadas y hay disponibilidad de hojas tiernas donde alimentarse. Las poblaciones del minador aumentan a partir de finales de mayo. Durante verano y otoño prácticamente la totalidad de los brotes están atacados por el minador. En este momento, coexisten todas las fases de desarrollo simultáneamente. Con la llegada del invierno se produce un descenso poblacional.
Variedades atacadas
Todas las variedades son sensibles a los ataques, pero las especies y variedades con un mayor periodo de brotación son las que más daños sufren. Hay que tener mayor precaución en viveros, nuevas plantaciones e injertos.