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Gestión integrada

La gestión integrada de plagas (GIP) es una estrategia de control que consiste básicamente en la aplicación racional de una combinación de medidas biológicas, biotecnológicas, químicas, de cultivo o de selección de vegetales, de modo que la utilización de productos fitosanitarios se limite al mínimo necesario. Estas medidas de control se deben combinar de forma inteligente con el fin de mantener los niveles poblacionales de los fitófagos plaga por debajo de sus umbrales económicos de daños (UED). En la actualidad, la GIP es la estrategia de control preferida prácticamente en la mayor parte de cultivos, tanto por motivos de eficacia, como sociales, económicos y medioambientales. Actualmente, todas las Comunidades Autónomas donde se cultivan cítricos disponen de reglamentos de Producción Integrada de cítricos en donde se establecen las bases de la GIP.

En 2008, según fuentes del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM), un 13,6% de la superficie citrícola española se gestionó de acuerdo a los reglamentos de la Producción Integrada, mientras que el 1,5% lo hizo de acuerdo a los de la Agricultura Ecológica. Se estima que estas cifras irán en aumento en el futuro, y en consecuencia también la implantación de tácticas de control biológico. Además, la recientemente aprobada Directiva 2009/128/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 21 de octubre de 2009, por la que se establece el marco de la actuación comunitaria para conseguir un uso sostenible de los plaguicidas, propone, entre otros aspectos, que la aplicación de los principios generales de la GIP sea obligatoria para todos los productores europeos a partir del 1 de enero de 2014.

Campo de clementinos sembrado con Festuca. Foto J. Catalán

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Existen numerosas definiciones del término Gestión Integrada de Plagas (GIP). Todas ellas hacen hincapié en el uso racional de absolutamente todas las alternativas de control de que disponemos:

Métodos biológicos, como la suelta de avispillas parasitoides del género Aphytis contra algunos diaspídidos, o el uso de Rodolia cardinalis contra la cochinilla acanalada,

Métodos culturales, como una buena poda, que favorece la aireación de la copa, permitiendo la correcta aplicación de plaguicidas si se considerase oportuno, un buen manejo del riego, evitando, por ejemplo encharcamientos, o un abonado equilibrado que no favorezca proliferaciones de ácaros por excesivo vigor,

Métodos físicos, como la destrucción de la madera de poda, el uso de trampas pegajosas, o el propio laboreo del suelo, eliminando malas hierbas y exponiendo a la desecación a algunos insectos que pasan alguna parte de su vida en la tierra,

Uso de variedades resistentes, como ocurre actualmente con la sustitución del pie amargo por patrones tolerantes al virus de la tristeza de los cítricos,

Métodos legales, aplicando las correspondientes cuarentenas para la prevención de la difusión y propagación de especies dañinas aún no presentes en nuestro país, como por ejemplo el psílido Diaphorina citri, o el cancro de los cítricos,

sin olvidarse de los métodos químicos, empleados como último recurso y siguiendo las buenas prácticas agrícolas calibrando los aparatos aplicadores, controlando el gasto, etc.

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Para poner en marcha cualquier estrategia de GIP, el primer paso y fundamental es la correcta Identificación y valoración de la importancia de los fitófagos presentes en el cultivo, así como de los factores de mortalidad natural, especialmente sus enemigos naturales. Ésta es una etapa básica para poder pasar a las siguientes. Puesto que habrá que controlar el tamaño de las poblaciones de las plagas en nuestros huertos, deberemos disponer de métodos de muestreo que nos permitan conocer cuándo éstas están alcanzando los umbrales preestablecidos de forma que podamos actuar contra ellas. Estos métodos podrán ser directos, como el conteo, por ejemplo de diaspídidos debajo del cáliz, o de formas móviles de ácaros en las hojas, o el trampeo, con mosqueros para C. capitata, etc., o indirectos, a través del cálculo de la integral térmica grados-día, como puede hacerse para diaspídidos. En cualquier caso, el resultado de la aplicación de esos métodos, será la decisión o no de intervención, que se producirá cuando hayamos sobrepasado el umbral económico.

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Para cada situación de cultivo (no es lo mismo una plantonada que una plantación adulta, ni tampoco un huerto de Navelina que uno de Marisol), deberemos saber qué cantidad de daño podemos tolerar sin que ello suponga una merma en nuestros ingresos. Conociendo ese umbral, esa cantidad de plaga, seremos capaces de tomar las medidas oportunas de control cuando la población del fitófago, determinada mediante los métodos desarrollados en la fase anterior, se esté acercando a él.

Una vez superados los umbrales de intervanción, será preciso cotejar todas las posibles medidas de control, para dar prioridad a aquéllas que se muestren más eficaces, tanto desde el punto de vista económico, como medioambiental y sanitario. En este sentido, habrá que tener en cuenta el coste que los efectos secundarios de los plaguicidas (fenómenos de resistencia, de resurgencia de plagas, de acumulación de residuos, etc.) suponen para la sociedad en su conjunto.

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En comparación con otros cultivos agrícolas, los cítricos se caracterizan por ser un ecosistema rico tanto en fitófagos como en enemigos naturales. En este agroecosistema los fitófagos más importantes pueden llegar a agruparse según el nivel de control que ejerzan sus enemigos naturales (Tabla 1). De esta manera, y simplificando esta agrupación nos podemos encontrar en la actualidad con plagas perfectamente controladas por sus enemigos naturales (cuyas oscilaciones poblacionales se encuentran muy por debajo de sus UED: Icerya purchasi e Insulaspis gloverii), con otras cuyo control es bastante satisfactorio (con oscilaciones poblacionales que sólo en ocasiones superan los UED: Aleurothrixus floccosus, Panonychus citri, Chrysomphalus dyctiospermi, Coccus hesperidium, Ceroplastes sinensis, Planococcus citri y Saissetia oleae) y con otras aún poco controladas (bajo ciertas condiciones pueden dar problemas: Aphis gossypii, A. spiraecola, Toxoptera aurantii, Tetranychus urticae y Phyllocnistis citrella) o mal controladas (cuyas oscilaciones poblacionales, de forma natural, superarían todos los años los UED: Ceratitis capitata, Parlatoria pergandei, Cornuaspis beckii y Aonidiella aurantii). La clave del éxito del control de plagas en cítricos es mantener a los fitófagos incluidos en estos dos últimos grupos por debajo de sus respectivos UED sin perturbar el control natural del resto de fitófagos. Para ello, en la actualidad sigue siendo necesario realizar tratamientos químicos para evitar los daños de las plagas mal controladas de forma natural, siendo la elección de estos productos fitosanitarios una de las bases del GIP en cítricos. Estos plaguicidas deben de ser seleccionados además de por su alta eficacia contra las plagas a los que van dirigidos y de un buen perfil ecotoxicológico, por ser selectivos para los enemigos naturales que controlan a los dos primeros grupos de plagas, de manera que no pongan en peligro el control biológico de éstos.

Tabla 1. Estado de las especies potencialmente plaga de cítricos en España en función de su grado de control biológico (CB)

Especie plaga Control natural Factor clave de mortalidad Estrategia CB
Icerya purchasi Excelente EN importado Conservación
Insulaspis gloverii Excelente EN importado Conservación
Alaeurothrixus floccosus Satisfactorio EN importado Conservación
Ceroplastes sinensis Satisfactorio Clima – EN nativos Conservación
Chrysomphalus dyctiospermi Satisfactorio EN nativos Conservación
Coccus hesperidium Satisfactorio Clima – EN nativos Conservación
Panonychus citri Satisfactorio EN nativos Conservación
Phyllocnistis citrella Satisfactorio EN importado Conservación
Planococcus citri Satisfactorio EN importado Inoculación
Saissetia oleae Satisfactorio Clima-EN nativos Conservación
Aonidiella aurantii Insuficiente EN nativos e importados Inoculación
Aphis gossypii Insuficiente EN nativos e importados Conservación, inoculación
Aphis spiraecola Insuficiente EN nativos e importados Conservación, Inoculación
Ceratitis capitata Insuficiente EN nativos e importados Inoculación, conservación
Cornuaspis beckii Insuficiente EN nativos e importados Conservación
Parlatoria pergandei Insuficiente EN nativos e importados Conservación
Tetranychus urticae Insuficiente EN nativos Conservación, inoculación
Toxoptera aurantii Insuficiente EN nativos e importados Conservación, inoculación
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